El libro ha sido para el ser humano una herramienta que le ha permitido aumentar la capacidad de su memoria, además de desarrollar su capacidad de comunicación. Si entendemos el libro como contenido, la primera forma que tuvo fue el libro oral, eran poesías (lo que facilitaba su memorización) y narraban mitos, normas, etc.
La forma material en que, posteriormente, se presenta este contenido ha variado enormemente a lo largo de la historia, como también han variado los materiales: se ha pasado de las tabletas sueltas, fabricadas fundamentalmente en arcilla, a los materiales más actuales, como DVD, pasando por rollos de papiro, códices, hojas sueltas, etc.
La historia del libro está, por supuesto, íntimamente ligada a la escritura, ya que la evolución de la escritura condicionará enormemente el material utilizado en la fabricación del libro.
Es difícil saber cuál fue la causa principal que provocó la aparición de la escritura, de hecho es probable que hubiese distintas causas para los diferentes pueblos, o que fuese una confluencia de varias causas. El estudio de los textos más antiguos e importantes que se conservan apunta hacia varias hipótesis de orden religioso, político, literario o administrativo. Parece lógico que sólo cuando la escritura alcanzase un cierto nivel de descripción fuera utilizada con fines religiosos, políticos y literarios. Por tanto, la hipótesis más probable es que las necesidades administrativas provocadas por la creciente complejidad social fueran el detonante de la aparición y desarrollo de la escritura.
EVOLUCIÓN DE LA ESCRITURA
Los orígenes de la escritura se sitúan en símbolos, dibujos y grabados que fueron meros pictogramas, en los que los dibujos equivalían a palabras que denominaban los objetos representados.
Posteriormente los dibujos se emplearon como ideogramas, es decir, representaban ideas abstractas.
Los ideogramas se fueron esquematizando y apareció el fonograma, aproximadamente en el 3000 a. C. Se comenzó, por tanto, a asignar un valor fonético al dibujo.
La siguiente fase sería la escritura cuneiforme, que son fonogramas que se han estilizado por el uso, se van haciendo más abstractos. Esta escritura cuneiforme se extendió por Asia Menor, y fue utilizada por distintos pueblos que gobernaron en la misma zona, con lo que se produce una mayor estilización y simplificación de la escritura. La escritura cuneiforme se realizaba sobre arcilla, sin embargo, en zonas con materiales más duros las formas se redondeaban, es el caso de los fenicios, que escribían sobre materiales más duros, y que desarrollaron entre el 1000 y el 1500 a. C. el proto-alfabeto fenicio.
En Egipto se producía paralelamente otro proceso, la escritura jeroglífica, que se conoce desde el 3000 a. C. y se utiliza hasta el 400 a. C. Esta escritura utiliza signos abstractos o figurativos, en ocasiones polisémicos, y permite la expresión de ideas abstractas (sobre todo religiosas). Es una escritura de lo sagrado, y, por tanto, tenían otra escritura, hierática, para cosas más profanas.
EL LIBRO Y LAS BIBLIOTECAS EN MESOPOTAMIA
Probablemente, el primer libro de la historia fue el creado por los sumerios y utilizado después durante 3000 años como vehículo de la civilización mesopotámica y de otras civilizaciones contemporáneas. Los sumerios utilizaron la escritura cuneiforme y las tabletas de arcilla, pero también fueron utilizadas por los arcadios, babilonios, asirios e hititas.
En Mesopotamia abundaba la arcilla, lo que además de facilitar el desarrollo agrícola, proporcionó un material de escritura barato, cuya duración era superior a la de otros materiales y sobre el que, además, se podía escribir con cierta rapidez. Por tanto, el libro mesopotámico empleaba como materia de escritura corriente la arcilla, cortada en pequeñas planchas. Además de la arcilla utilizaron también piedra o materiales preciosos para grabar los documentos valiosos. Probablemente, aunque no se conserven restos, también se usaron pieles o papiro. La mayoría de las tabletas de arcilla disponibles corresponden a documentos económicos, administrativos y legales.
Las inscripciones más solemnes se grababan sobre mármol o diorita, suponen un porcentaje muy pequeño comparado con la documentación encontrada en tabletas de arcilla. Estas inscripciones solemnes se emplearon en los monumentos históricos para conmemoraciones, recordar expediciones, y también para dar fe de las normas jurídicas unificadas, como el Código de Hammurabi.
La escritura, lectura e interpretación de los textos estaban reservadas a los escribas, que gozaban de gran consideración social. Eran los depositarios del saber literario, religioso y científico. A ellos les corresponde el mérito de la extensión de la cultura mesopotámica y el que las tabletas de arcilla y la escritura cuneiforme fueran adoptados como forma de libro por varios pueblos.
Las bibliotecas mesopotámicas más famosas fueron la de Nippur, mencionada anteriormente, la de Ebla y la de Asurbanipal.
La biblioteca de Nippur
La biblioteca más antigua de la que se tiene noticia data precisamente del tercer milenio a. C., estaba en el interior de un templo de la ciudad de Nippur, en la antigua Babilonia, en ella se almacenaban primitivas formas del libro consistentes en tabletas de barro y rollos de papiro.
La biblioteca de Ebla
La ciudad de Ebla se situaba cerca del puerto de Ugarit. En 1975 se descubrieron en el palacio dos habitaciones con 20000 fragmentos de tabletas colocadas de acuerdo con su forma y contenido en estanterías de madera adosadas a las paredes. En esta biblioteca ya había una clasificación de los materiales, las tablillas tenían una especie de signatura en el lomo para hacer más fácil su localización.
La biblioteca de Asurbanipal
Se llamó así en honor de su fundador, soberano del Imperio Asirio cuya capital fue Nínive. A este rey se le atribuye la colección y preparación de una edición definitiva de literatura cuneiforme. Asurbanipal mostró una gran afición por los textos antiguos y organizó un escritorio en su palacio en el que se copiaron muchos textos.
Las tablillas de arcilla se clasificaban por materia y se las identificaba por marcas ubicadas dentro de la colección. Existía un “catálogo” que contenía los fondos existentes, donde se registraba la variedad de temas abarcados en la colección: exorcismos, recetas médicas, presagios astrológicos, etc.