Los libros y las bibliotecas en Grecia

La escritura en el continente europeo no fue conocida hasta el siglo IX a. C., a pesar de que probablemente en Creta ya conocieran anteriormente los sistemas de escritura egipcio y mesopotámico. La cultura griega se escribió y transmitió también en rollos de papiro. Fue precisamente en Grecia donde el libro adquirió por primera vez su verdadera dimensión, debido principalmente a la aparición de la escritura alfabética, que facilitaba la técnica de escribir, y al sistema de la democracia griega, que permitía a cualquier ciudadano libre que supiera leer y escribir participar en el gobierno.

Los textos eran copiados por esclavos sin sueldo, muchos de ellos estaban también dedicados a la enseñanza. La tinta que se utilizaba era de composición similar a la egipcia, se mezclaban goma o resina y hollín, y se escribía con cálamo, una especie de caña de punta afilada que se utilizaba a modo de pluma.

Con respecto a los materiales utilizados, además de papiro, se utilizaban también tablillas de madera enceradas sobre las que se escribía y se podía volver a borrar. Estas tablillas se utilizaban principalmente para la enseñanza.

Ya en la época helenística aparece el pergamino. La leyenda atribuye la creación de este material a los bibliotecarios de Pérgamo, ya que aquí existía una biblioteca rival de la Biblioteca de Alejandría. Según esta leyenda, Egipto prohibió la exportación del papiro para dificultar la expansión de la Biblioteca de Pérgamo y los habitantes de esta ciudad se vieron obligados a buscar nuevos materiales, y comenzaron a escribir los libros sobre un material hecho a partir de las pieles de cabra, vacuno u oveja. El pergamino presentaba ciertas ventajas sobre el papiro, ya que se podía escribir en ambos lados, borrar y rescribir. Era, además, resistente y transportable. El pergamino se estará perfeccionando desde el siglo III hasta el siglo VI d. C., pero se seguirá utilizando hasta la Edad Media.

En Grecia se produjo una enorme difusión del libro y de la lectura debido principalmente a la aparición de la escritura alfabética (que facilitaba la técnica de escribir) y a la extensión de la enseñanza, que llegó a través de las escuelas y pedagogos, y también a través de los sofistas y de los centros de estudio e investigación, como era el caso de la Academia de Platón o el Liceo de Aristóteles. Estos eran centros en los que se discutía y se trataba sobre filosofía, ciencia, religión, etc., y, además, en ellos se acumulaban colecciones de libros de las que, desgraciadamente, no se conserva nada.

Las bibliotecas dejan en esta época de ser patrimonio de los templos y ya encontramos bibliotecas en casas particulares, como es el caso de la biblioteca de Ulano, cerca de Pompeya, situada en la casa de un noble, que se ha conservado después de enterrarse en ceniza. Esta biblioteca, donde se han encontrado los textos que se conservan de Epicuro, estaba dividida en dos grandes zonas, una para libros griegos y otra para libros romanos. Aunque, sin duda, en Grecia debemos destacar dos bibliotecas, la de Alejandría y la de Pérgamo.


La biblioteca de Alejandría


Alejandría se sitúa geográficamente dentro de Egipto, sin embargo, pertenece a la cultura helenística. Ptolomeo II fundó en el siglo III a. C una institución al estilo griego a la que llamó Museion (Templo de las Musas), que estaba dedicado a la enseñanza y a la investigación. Allí los hombres sabios se reunían, leían, etc. La lectura se hacía en público, en voz alta, por eso era tan importante el espacio abierto, las escalinatas.

No se conoce con exactitud el número de manuscritos que pudo recoger, pero pudo llegar a tener unos 700.000 manuscritos.

Al principio la Biblioteca de Alejandría estaba cerca del Museion, dentro de los recintos del palacio real, pero cuando la cantidad de libros adquiridos sobrepasó su capacidad se decidió abrir una dependencia adicional en el Serapeion (templo dedicado a Serapis).

Los manuscritos se conservaban en salas o habitaciones en nichos de madera o de mimbre, los mejores manuscritos se untaban con aceite de lino. Los manuscritos eran reconocibles por el “sillybos” (al que los romanos llamaron “index”), una especie de etiqueta en la que se escribía el título (que eran las primeras palabras de la obra). El receptáculo de madera donde se conservaban los rollos era llamado por los griegos “bibliotheke”, palabra que pronto adquirió el significado de colección de libros.

Existen varias leyendas que cuentan cómo se destruyó la Biblioteca de Alejandría, pero no hay hechos históricos que lo atestigüen.

La comunidad internacional, por medio de la UNESCO, ha financiado el Proyecto de Reconstrucción de la Antigua Biblioteca de Alejandría. Este proyecto nació en 1974 y el sueño se hizo realidad recientemente con la inauguración de la Biblioteca Alexandrina. Cuenta con un espléndido edificio y la Sala de lectura más grande del mundo. Además, alberga importantes tesoros, muchos ya digitalizados, en una clara vocación de facilitar el acceso a sus colecciones.


• La Biblioteca de Pérgamo


La Biblioteca de Pérgamo fue fundada, en esta ciudad de la costa de Asia Menor, por Átalo I, aunque no se desarrolló totalmente hasta el reinado de su hijo en el siglo II a. C. Esta Biblioteca estaba organizada alrededor de un templo en honor a Atenea. La Biblioteca de Pérgamo tuvo, según Plutarco unos 200.000 volúmenes, y llegó a rivalizar con la Biblioteca de Alejandría. La tradición atribuye a esta biblioteca el empleo del pergamino como material de escritura.

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